Había un lugar, que tenía una casa grande de madera y piedra, que unos personajes, hacia mucho tiempo, habían ayudado a construir, unos duendes que se habían quedado a vivir en unos árboles muy grandes que se llamaban encinas, Estos mismos personajes pusieron el nombre a la casa: El Acebo. Y, por qué. Porque ellos se llamaban acebines.
Pasó el tiempo y alrededor de la casa se construyeron otros edificios, se plantaron muchos árboles y, muchos animales, quisieron vivir en ese lugar. Llegaron las vacas, los perros, los caballos, las cabras….llegó Bambi, vino después Pitirru, gallinas, pavos, pollitos, cerdos pequeños, cerdos grandes…Y todos se sentían felices, aunque les faltaba algo. Se pusieron a pensar. Estuvieron muchos días pensando, encerrados en sus cuadras y en sus gallineros, hasta que un día surgió la luz: les faltaban los niños
Unos granjeros, los que les cuidaban, se pusieron manos a la obra: había que buscar a los niños, había que escribirlos, llamarlos para que vinieran.
Los niños se enteraron y comenzaron a venir. Y el lugar, como por arte de magia, se iluminó de sonrisas, se pobló de palabras, se llenó de ojos inocentes y curiosos
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Una tarde de Noviembre se nos fueron nuestros niños del Mariano Benlliure. Les despedimos con pena y con un hasta pronto, pero no les dijimos adiós porque se han quedado con nosotros para siempre. Los Acebines preguntan por ellos. Los grajeros les dan las gracias por esos preciosos dibujos y esos maravillosos” retratos” que les han hecho.
Por todos los lugares de la Granja permanece vuestra presencia, nuestros queridos amigos, mezclándose con tantas cosas hermosas que hacen que este sea un lugar especial
Os queremos
Los granjeros